Grafiteras latinoamericanas: aerosoles, paredes, ¡acción!

"Disfruto de plasmar grafitis y también de la compañía de mis amigos con quienes los realizo, del momento, de la ciudad de noche, de todo lo que conlleva salir a pintar", dice la grafitera mexicana Dos One. En la foto, una obra suya en Ciudad de México.

"El hecho de pintar en el espacio público, deja la obra abierta a miles de interpretaciones posibles, válidas y diversas", sostiene la grafitera colombiana Nats Garu. Aquí, una de sus obras en Coveñas, Colombia.

"Estoy en constante aprendizaje", revela Nats Garu. "Tiendo a integrar elementos del surrealismo, la botánica y la abstracción", puntualiza. En la foto, su obra "Ikaro", en Santa Marta, Colombia.

"No se puede encasillar el grafiti en espacios cerrados", indica Meki. En la imagen, su reconocida obra en la capital peruana en el marco de un proyecto conjunto con la Municipalidad Metropolitana de Lima.

"El grafiti siempre se mantendrá fresco, porque es una actividad que no puede domarse", pronostica la artista peruana Meki. Aquí su obra en el Aeropuerto Jorge Chávez de Lima, Perú.

"Me gusta tanto lo abstracto, la magia que sale de la mente de uno, como lo real, poder dominar la técnica a fondo y replicar la vida de animales, plantas, y rendir homenaje a personas queridas", postula la grafitera uruguaya Min 8. Aquí su obra en un espacio interior de Montevideo.

"Cuando hago grafiti, me siento poderosa", confía la grafitera colombiana La Rue a DW. "Pero no todo es color de rosas, a veces, puede resultar agotador, pues al final es un trabajo que requiere mucha fuerza física, concentración, esfuerzo mental y resistencia", explica. En la imagen, su obra "Remedio", realizada en Cali, Colombia, en cooperación con la Fundación Culata.

"Mis felinos son muy populares entre los niños, lo cual me parece muy tierno", revela la grafitera uruguaya Min 8. En la foto, una de sus obras realizada en el marco del Festival "Meeting of Styles" realizado en Buenos Aires, Argentina.