Es el gerente, no siempre el jardinero

Las empresas alemanas sufren pérdidas anuales de miles de millones de euros debido a la "criminalidad empresarial", término que incluye el ciber crimen, espionaje empresarial, lavado de dinero, robos de secretos empresariales, piratería de productos y marcas, corrupción así como violencia común. Así lo estima y define la Asociación Alemana para la Seguridad Empresarial (ASW) en un informe que acaba de dar a conocer. La mayor parte de los daños se atribuyen al espionaje empresarial, declaró el gerente de ASW, Berthold Stoppelkamp.

Empresitas en la mira

Según Michael Sorge, un alto funcionario de ASW, el empresariado alemán está preocupado por la falta de seguridad en el ramo. Las empresas alemanas son un objetivo codiciado por empresas y servicios secretos extranjeros. Aparte de las pérdidas millonarias, el mayor problema es que sólo tres de cien casos de espionaje empresarial llegan a conocerse.

Y no son sólo las grandes empresas las que se ven atacadas por los piratas empresariales; las medianas –aquéllas que trabajan en campos especialmente innovadores y novedosos-, también son su blanco. En cuanto al perfil de estos criminales: se trata más bien de empleados o gente cercana a la empresa, menos de espías contratados.

Entre los años 1993 y 2000 la criminalidad empresarial–robos, corrupción, ciber crimen- se redujo; lo contrario ha ocurrido, en cambio, en los tres últimos años. Mientras que la Oficina Federal de Criminología estimó las pérdidas por este rubro en 6600 millones de euros para el año 2001, Stoppelkamp habla de que las cifras oscuras sobrepasan en mucho esa suma.

Pero no todo es negro

A pesar de lo alarmante que resulta para el empresariado alemán, este informe contiene elementos positivos. Uno de ellos es una buena noticia: los ataques a transportes se han reducido, también los robos a los bancos, aunque, a cambio de reducirse, se han vuelto más violentos. Otra cosa positiva: el año pasado se descubrieron 90.000 casos de corrupción, que habían causado una pérdida de 4.500 millones de euros. Pero lo mejor es que todo queda en familia: el estudio revela que uno de cada veinte criminales empresariales se sienta en una silla gerencial.